El Miércoles 21, en la Universidad Pablo de Olavide, vivimos algo muy especial y nos atreveríamos a decir casi único; sí. Celebramos nuestro día, el Día Mundial de las personas con Síndrome de Down. En la Universidad. Lo que hace más especial este gesto en el quelas personas han reivindicado que la sociedad empiece a mirarnos con otros ojos.
Lo más importante: no han sido invitado invitados por la universidad, si no que son estudiantes, estudiantes con Síndrome de Down que estudian en ella, que están en su propia casa.
Es la primera vez que la universidad ofrece la oportunidad a personas con discapacidad de estudiar, y no creemos que haya alguien que estuviese hoy allí que no observara el empoderamiento de este grupo de jóvenes, el crecimiento vertiginoso que se ha dado en ellos, el grado de superación, la felicidad de sentirse uno más.
Y es que, cuando encontramos las puertas abiertas, entramos pisando fuerte; sin dilación, sin miedos.
Y se aprende lo fácil que resulta sentirse incluido, cuando no es necesario derribar barreras porque no las había.
Y es que, como dice el cuento aquel; ‘las barreras no estaban, las trajiste tú’.
El Miércoles, en un día tan importante para nosotros y nosotras, nos sentimos orgullosas de estos, desterradores de estereotipos… orgullosos de estos que solo se sienten personas.
