Hay un lugar donde serás feliz, no tienes que gastar dinero y puedes guarecerte del frío o del calor. Ese lugar se llama biblioteca.
La casa de los libros, es también nuestra casa.
Una tarde cualquiera de invierno con lluvia decidimos emprender una excursión para ver qué nos deparaban esos rincones de la ciudad tan desconocidos por muchas familias. Sorprendentemente nadie nos mandó callar, cuando entramos nos dijeron: -¡Buenas tardes! ¿hay algo en lo que podemos ayudarles?-.
-¡Sí! – contestamos -Venimos buscando libros para leer en familia-.
Entonces nos llevaron a una sala donde había tantos libros que no sabíamos cuál elegir; de animales, de brujas, de mapas, de poesía, de dragones, de risa… por eso pasamos mucho rato disfrutando del descubrimiento. Tanto que cuando empezamos a leer, ¡nos avisaron de que era la hora de cerrar! y fue entonces cuando nos enteramos de lo mejor: ¡te puedes llevarlos libros prestados a casa! Solo hacía falta sacarnos el carnet de socios, y se hace un momentín. Desde entonces, cualquier momento es bueno para volver a la biblioteca.
Un relato de Alicia Bululú.